sábado, 11 de diciembre de 2010

MOMENTOS DE OTRAS COSAS

                 El restaurante típico italiano, manteles de cuadros rojos y blancos, camareros ruidosos, con ceñidos delantales negros que casi les llegaban a los pies y clientes que se veían encantados con el servicio, pues eran rápidos y eficientes. Me senté en la terraza, un poco más de tranquilidad. Al poco, un camarero se acercó, pedí una lasaña de verduras, saqué mi pequeño ordenador y me puse a trabajar. 
                  Había publicado varios libros con bastante éxito, pero de un tiempo a esta parte, me había abandonado toda fuente de inspiración, me sentaba ante el ordenador y, si, escribía, pero al releer lo escrito y darme cuenta del sinsentido, de lo pésimo y desacertado de lo escrito, borraba todo y como todavía me quedaba algo de fe en mí misma empezaba de nuevo, pero iba perdiendo la poca que me quedaba, constantemente, pensaba en que tenía que encontrar algún método que fuera mas efectivo para mi. Llegó la comida y me sentí aliviada de dejar por un rato lo que no conseguía solucionar. 
                     En la mesa de al lado, se sentó una mujer, estábamos casi solas, porque la pareja del otro extremo pagaba para marcharse, me miró y sonrío, con un movimiento de cabeza, a lo que correspondí. No le presté mas atención y seguí con mis cavilaciones. 
                    Sabía que me estaba observando, notaba su mirada sobre mí, al poco oí su voz, serena y sosegada, a veces es importante que recurramos a nuestra intuición y hagamos caso de nuestros instintos. Me volví rauda, no dije nada, sólo la miré, sonreía, no siempre todo sucede como queremos, dijo, pero siempre es por algo, deja que las cosas fluyan, si no es el momento, no precipites, ya llegará. 
                      No se porqué, mis ojos se llenaron de lágrimas, quizá ahora son instantes de otras cosas, habló de nuevo, otras experiencias, luego  podrás retomar  y diciendo estas palabras, se levantó y con la misma sonrisa que llegó, se marchó.
                     Nunca supe si quien me hablo aquel día fue aquella señora o fue mi propio interior.

 UN LIBRO : Mujeres que corren con los lobos
AUTORA : Clarissa Pinkola Estés

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