sábado, 17 de septiembre de 2011

Crónica de un sin dolor.

                           Hay días en que me levanto sin dolores ni molestias. Entonces siento una dulce gratitud y una euforia indescriptible. Me inunda por dentro y me resulta cálida y amigable.
                           Mi capacidad física es innegable, disfruto de esos momentos en que poder caminar no me causa dificultad y poder utilizar el bolígrafo no supone ningún inconveniente. Eso es, simplemente felicidad.
                            Aprovecho esas oportunidades para hacer cosa que en otras circunstancias no he podido y que me estimulan grandemente. No recuerdo los días pasados y sólo pienso en el hoy.
                           Entonces veo el mundo con frenesí y entusiasmo, esos instantes los vivo con intensidad.
                             

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