Un pequeño salto al vacío y la sensación poderosa y potente, de haberlo conseguido, se apoderó de mí. Fue algo nuevo en la forma que acostumbraba a hacer las cosas, solía ser cauta y precavida en mi manera de actuar, esta vez, me lancé casi sin pensarlo.
Fue de esa manera tan simple, como me hice la encontradiza con la persona que durante tiempo había amado. Supe que tuvo una existencia muy intensa, que en su caminar, muchas mujeres pasaron por su vida, pero no creo que haya querido a nadie como me quiso a mí. En el tiempo que permanecimos unidos, sólo puedo recordar la sensibilidad con la que actuaba, su intuición para con casi todo, su fuerza y su generosidad.
Era la persona más perfecta con la que me había encontrado jamás. De hecho, si quisiera buscarle un defecto, me habría resultado complicado. Y aún así, lo alejé de mi lado sin siquiera darme cuenta. Lo hice de una forma posesiva y egoísta, de una manera un tanto infantil.
Se apoderó de mí, unos terribles e irreconciliables celos. Él no pudo luchar contra ese enemigo tan agresivo y caprichoso. Así que con una explicación y un adiós, simplemente, se marchó. En el salto al vacío que dí al comenzar nuestra relación, me encontré con un lago oscuro y profundo... no supe nadar y me ahogué.
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