La llegada al puerto era casi inaccesible, pero Julia y Antonio, la conocían bien, pues al estar yendo practicamente a diario, los hacía veteranos en ese paseo. Aunque la tarde estaba oscura y el cielo de un gris plomizo, aun se veía con suficiente claridad para caminar entre los peñascos y piedrecillas del acceso al lugar. Con los pies protegidos por las playeras, prosiguieron el camino, ya que llevaban casi la mitad del trayecto.
En el instante que sintieron el grito y el chapuzón, los dos pararon el caminar y se miraron como si el otro fuera a darle la razón de lo que pasaba, de común acuerdo se cogieron de la mano y sigilosamente se dirigieron al sitio de donde provino el sonido. Se acercaron con cautela atravesando los incómodos pedruscos cercanos a la orilla del malecón, no se divisaba a nadie, pero entonces, en el agua, vieron la figura que manoteaba intentando no ahogarse.
Antonio se tiró mientras Julia llamaba por el móvil a urgencias, le salvaron la vida por segundos.
Dos semanas después del incidente, que según se dijo fue un accidente, se supo que ella fue la que intentó empujar a su novio sin conseguirlo, él, ignoraba que ella no sabía nadar y fue la que terminó cayendo al mar. Nos quedamos sorprendidos de como las cosas pueden dar un giro en tan sólo unos segundos.
Así pasó y así se los cuento. Un abrazo.
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