!Ay! esos momentos, en que sentimos que nos falta el estímulo y la intuición se ha apartado de nosotros como un animal herido. Esos terribles instantes, que se convierten en eternos, que suspiramos por volver a encontrar la conquista de la lucidez. Minutos que se convierten en horas y éstas en días, en que parece que el tiempo se detuvo y sólo esperamos que la realidad se transforme de nuevo en fantasía.
Y cuando ese momento llega por fin y nuestra mente se ve repleta de ideas y pensamientos, damos gracias a la musa que nos guía, a la iluminación que de alguna parte nos llega sin advertirlo, a ese espíritu etéreo, que de alguna manera, ya forma parte de nosotros.
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