miércoles, 13 de octubre de 2010

POR UN AJUSTE DE CUENTAS

                             Al acercarme a mi casa, caí en la cuenta, de que había una multitud tan grande de gente, que no era lo habitual en mi zona. La calle parecía una especie de mercadillo, en donde todo se vende barato, la muchedumbre formaba tal embotellamiento, que era imposible pasar el coche. Al irme acercando, me dí cuenta que de una de las casas vecinas, salía una camilla con un cadáver, se hizo un silencio sobrecogedor, sólo se oían algunos llantos contenidos. Yo vivía con mi hermana menor, nos llevábamos dos años, no teníamos muy buenas relaciones, pero convivíamos lo mejor que podíamos. Nuestra familia no existía hacía ya tiempo, éramos hijas únicas, de padres divorciados, que una vez que hicieron los trámites, cada uno tomó su rumbo y nosotras a nuestro aire. Como ya éramos mayores, decidimos vivir juntas y eso no nos causó ningún problema.
                                Pero mi hermana y yo éramos muy distintas, todo lo que ella tenía de cruel y agresiva, lo tenía yo de sensata y dulce. Nuestras formas de reaccionar eran totalmente diferentes. Por eso, cuando aquel día, vi que habían matado a alguien al lado de mi casa, la primera persona que pensé, fue en ella. Subí asustada,veía la tele con tranquilidad, apagué el aparato y me encaré a ella, directamente le pregunté, me respondió con esa paz que la caracterizaba, siempre actuaba de esa manera, por supuesto que no, fue su respuesta.
                                    No me quedé tranquila, sabía que una cosa así no la podía haber hecho ella sola, no tenía buena relación con el vecino muerto, a saber porque la muerte, tenía que averiguar que fue lo que pasó. Me dediqué a investigar el móvil de mi hermana, las llamadas del fijo, también revolví cajones y papeles de su escritorio. Y descubrí lo que quería, con todo ello, con los nombres de las personas implicadas, acudí a la policía, que se ocupó de detener a mi hermana y a otras dos personas mas, las cuales asesinaron a mi vecino. Fue por un ajuste de cuentas, pero nadie tiene derecho a perder la vida, por el motivo que sea.

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