Era una azotea bastante amplia y en medio las liñas de los tres vecinos atravesaban la pared de lado a lado. Ahora estaban vacías y se veían las sogas abandonadas esperando que alguien viniera a hacer uso de ellas. Algunas tenían trabas de madera, otras de colorines y en la tercera, había una pequeña cesta colgada en donde se guardaban las trabas de las inclemencias del tiempo.
En la parte que daba a la calle, había unos balcones y las niñas pequeñas jugábamos a lo que llamábamos "las casitas". Nos reuníamos las que vivíamos en la misma calle, todas nos conocíamos y sabíamos de las vidas de las otras. Por la tarde a la playa.
Así disfrutábamos de los veranos cuando yo era chica. Muy poca gente se iba de viaje a otro lugar, no había dinero.
En la parte que daba a la calle, había unos balcones y las niñas pequeñas jugábamos a lo que llamábamos "las casitas". Nos reuníamos las que vivíamos en la misma calle, todas nos conocíamos y sabíamos de las vidas de las otras. Por la tarde a la playa.
Así disfrutábamos de los veranos cuando yo era chica. Muy poca gente se iba de viaje a otro lugar, no había dinero.
Sí, eran otros tiempos diferentes, los zaguanes estaban abiertos y daban mucho juego, la calle era nuestro patio, todos nos conocíamos. Para utilizar las bicicletas, no había otro lugar mejor.
Las cosas han cambiado lo que no significa que sea peor o mejor, pero si es cierto que todo es... profundamente distinto.
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