

El árbol fue el primero en conocer de mis amores, los paseos con mis chicas hasta su enorme tronco, en donde los besos y las ilusiones aparecieron y desaparecieron con la misma rapidez. Y, por supuesto, también conoció de primera mano a la que hoy día es mi mujer, a Claudia, porque le enseñé al magnífico señor de la naturaleza en cuanto la conocí.
Pero el tiempo ha pasado, el árbol y yo, hemos envejecido casi al mismo tiempo. Yo, ya estoy jubilado y entre otras cosas, me dedico a caminar. El otro día, al llegar hasta mi lugar habitual, no lo ví. Sentí que el corazón me daba un vuelco, no tuve que preguntarle a nadie, supuse lo que pasó, simplemente, su ciclo vital había terminado. Mi compañero, había muerto.
Pero el tiempo ha pasado, el árbol y yo, hemos envejecido casi al mismo tiempo. Yo, ya estoy jubilado y entre otras cosas, me dedico a caminar. El otro día, al llegar hasta mi lugar habitual, no lo ví. Sentí que el corazón me daba un vuelco, no tuve que preguntarle a nadie, supuse lo que pasó, simplemente, su ciclo vital había terminado. Mi compañero, había muerto.
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