Recuerdo la impresión del momento, el instante en que te volví a ver después de tanto tiempo. Supe entonces que lo que estuve sintiendo durante todos estos años, era lo mismo que sentías tú.
Tanto aislamiento y soledad, no fue nada que quedara en el sentir, recordaba con amargo sinsabor, los días aquellos en que ambos dejamos de coincidir en casi todo. Se acabaron entonces la confianza y la amistad, todo lo que teníamos en común, desapareció para siempre. Dejó paso a un horror de preguntas sin respuestas, a una serie de historias que de tan banales no terminaban de ser nada.
Entonces decidí dar un cambio a mi vida, me trasladé de lugar y cambié de trabajo. Todo lo que con anterioridad había supuesto una situación intensa en mi forma de vivir, a partir de ese momento, dejaría de serlo. No fue ningún sin sentido, porque al poco de haber tomado la decisión, pude comprender que algunos obstáculos e impedimentos que se interponían en mis días, habían desaparecido.
Un tiempo después, pude sentir que me embargaba una especie de felicidad, que no podía saber si era auténtica o no, pero lo que si tenía certeza era que no tenía nada que ver con el tipo de soledad a la que me había visto expuesta, ultimamente.
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