Lo absurdo del momento que nos mantuvo separados durante tanto tiempo, fue difícil de comprender para ambos. De esa forma tan cruel y malinterpretada, nuestras vidas se distanciaron, volver a unirse parecía imposible. Pero hay algo mas allá de lo que imaginamos, aquél instante en que pasó.
Así que una triste noche, en que despedíamos a un conocido, en aquella iglesia llena de gente, tú en un extremo, yo en el otro, desde la distancia, sentí tu presencia, algo se revolvió en mi interior y me hizo mirar con languidez hacia el fondo de la oscura capilla.
Así que una triste noche, en que despedíamos a un conocido, en aquella iglesia llena de gente, tú en un extremo, yo en el otro, desde la distancia, sentí tu presencia, algo se revolvió en mi interior y me hizo mirar con languidez hacia el fondo de la oscura capilla.
Y allí estabas como siempre, impertérrito, emanando sexualidad por todos los poros de tu cuerpo. Se notaba a las mujeres jóvenes de tu alrededor como te miraban sin disimulo. Creí desmayarme, esa fue la sensación que sentí. Me sobrepuse como pude, quizá la respiración profunda o intentar recordar el abandono de otros momentos me ayudó.
Cuando acabó la misa, no quise esperar para verte, sabía muy bien cual era el desenlace, un hola y un adiós, no iba a sufrir de nuevo otra despedida.
Me fui casi corriendo a casa, me refugié en lo que conocía, el que podía haber sido el hombre de mi vida, hacía tiempo que lo había metido en el baúl de mis recuerdos.
Me fui casi corriendo a casa, me refugié en lo que conocía, el que podía haber sido el hombre de mi vida, hacía tiempo que lo había metido en el baúl de mis recuerdos.
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